Los centros andaluces siguen la definición de bilingüismo de Siguan y Mackey (1986), quienes sostienen que los programas bilingües enseñan en dos lenguas, una de las cuales suele ser el idioma nativo de los alumnos. Por ello, en los programas andaluces tanto el español como el idioma extranjero correspondiente son usados como lenguas vehiculares de comunicación e instrucción en algunas asignaturas.
El uso de la lengua extranjera en situaciones reales tales como la resolución de problemas o la justificación de opiniones individuales le dota de autenticidad y utilidad, facilitando así a los alumnos un mayor dominio de ella (García, 2005) al concentrarse más en la transmisión de información que en el estudio de sus aspectos formales (Cummins, 2002; Genesee, 1999). Como beneficio añadido, la creación de un ambiente proclive al bilingüismo y a la lectoescritura en dos idiomas hace que los alumnos desarrollen actitudes positivas hacia otros idiomas y culturas (Soltero, 2004). Por ello no es de extrañar que los programas bilingües sean altamente valorados por padres, alumnos y maestros (Howard, Sugarman y Christian, 2003; Lasagabaster, 2001).
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